jueves, 2 de octubre de 2008

LECHE CONTAMINADA CON MELAMINA

El Ministerio de Industria chino está llevando a cabo una investigación a gran escala sobre las empresas productoras de melamina y el destino de venta de sus productos. En pequeñas dosis la ingesta de esta sustancia no se considera muy tóxica en adultos. De hecho, se calcula que un humano debería consumir al menos dos litros diarios de leche contaminada para sufrir efectos nocivos.
Sin embargo, en bebés es necesaria una concentración mucho menor para ser dañina. La formación de cálculos renales o el bloqueo de algunas funciones del riñón son sus consecuencias más severas. Los efectos de la melamina en el cuerpo humano, no obstante, casi no han sido investigados.




¿Cómo se contamina la leche?

La mezcla de melamina con la leche hace que el valor de la proteína parezca más alto de lo que realmente es Lo más probable es que la melamina se añadiera a las leches infantiles con el propósito de darles mayor consistencia. En este caso, habría sido agregada para que el contenido de proteínas de la leche pareciera mayor de lo que realmente era. Esta sustancia está constituida por tres moléculas iguales de urea y forma un heterociclo aromático que puede reaccionar con el formaldehído, dando la resina melamina-formaldehído. Se utiliza en plásticos y otras industrias y está estrictamente prohibida en la elaboración de alimentos. Se debería usar únicamente para la fabricación de formica, losa, pizarras blancas y baterías de cocina, entre otros.






El compuesto es rico en nitrógeno y muy económico. La leche, al ser también una sustancia rica en nitrógeno, resulta fácilmente adulterable. La mezcla con la leche hace que el valor de la proteína parezca más alto de lo que en realidad es. Las pruebas estándar de control de calidad estiman los niveles de proteína midiendo el contenido de nitrógeno. La contaminación por melamina no sólo se limita a la leche en polvo, sino que también afecta a la leche líquida y a otros productos lácteos como yogures o helados.



No obstante, y según las últimas noticias publicadas, las autoridades sanitarias de Singapur han reconocido haber hallado melamina también en unos populares dulces chinos. Incidentes de esta magnitud suelen deberse a la falta de conocimientos sobre los requisitos de inocuidad o al uso ilegal de ingredientes, tales como aditivos alimentarios o fármacos no autorizados. Por el momento, el escándalo se ha saldado con 18 detenciones y varias destituciones, entre ellas la presidenta de la primera marca en la que se encontró melanina en sus productos y el máximo responsable de seguridad alimentaria, Li Changjiang.



Mejorar la inocuidad de los alimentos


Las deficiencias de los sistemas de inocuidad de los alimentos pueden hacer aumentar la incidencia de problemas y enfermedades alimentarias, que pueden llegar a ser muy graves, como ha sido el caso de la melamina en leche infantil. La FAO y la OMS pretenden mejorar el control de los alimentos llevando a cabo una correcta inspección durante todo su proceso.
El cumplimiento de las normas vigentes en cada país, el análisis y diagnóstico del laboratorio, la certificación del uso de aditivos y contaminantes químicos, la ausencia de residuos agroquímicos en los alimentos o la preparación y respuesta ante emergencias son algunos ejemplos de buena praxis. Estas políticas y actividades deberán abarcar toda la cadena alimenticia, desde la producción al consumo.


En estos puntos se demuestra la eficacia de un gobierno en materia de seguridad alimentaria y, una vez más, se ha puesto de manifiesto la poca credibilidad del Gobierno chino, que sabía desde hacía meses que miles de niños estaban cayendo enfermos por el consumo de leche adulterada con melamina. Según revelan las últimas informaciones sobre esta crisis, las autoridades chinas ocultaron el problema para no estropear su imagen de cara a los Juegos Olímpicos. La OMS ha señalado que no recibió ningún tipo de información por parte de China hasta el pasado 11 de septiembre.




Isabel Cerón de la Oficina de San Antonio realiza decomiso del producto contaminado